El verano cada vez está más cerca, el calor ya ha comenzado a apretar y el cuerpo nos pide un respiro, especialmente durante las comidas. No importa si hay 40ºC a la sombra, si estás en la playa o en casa con el aire acondicionado, comer hay que comer como bien dice tu abuela. Y si algo sabemos en Andalucía es comer, o mejor dicho, comer bien. De hecho, tanta es nuestra pasión por el arte culinario que cada verano sin excepción repetimos la misma lucha, gazpacho o salmorejo.
Puede que haya quien vea en la elección entre gazpacho o salmorejo una decisión baladí pero no podría estar más confundido. En Andalucía elegir uno de los dos bandos define quién eres y ser leal al mismo es tu obligación. ¡Ojo! Eso no significa que no puedas comer y disfrutar los dos platos, tonterías las justas. Significa que siempre pondrás a uno por delante del otro y que defenderás su honor hasta las últimas consecuencias. Incluso si eso significa enfrentarte a tu propia madre.
¿Por qué elegir el gazpacho? Porque sirve de comida, de cena, de aperitivo y si me apuras de merienda. Hay quien incluso lo usa para curar la resaca. No existe ni existirá el mal momento para tomarte un gazpacho bien fresquito. Nada, absolutamente nada, se compara a llegar a casa hastiao, sudao hasta la rabadilla y resfrescarse con un buen gazpacho. Además, es uno de los platos andaluces más humildes y agradecidos.
¿Por qué elegir el salmorejo? Porque nunca tan pocos ingredientes han resultado en un plato tan absolutamente redondo. Fino a la par que nutritivo el salmorejo no entiende de clases sociales. Lo sirven tanto en el bar familiar de tu barrio como en el restaurante de postín de cualquier capital. Y es que nadie puede resistirse al encanto de un buen salmorejo, que además te deja más saciado que el gazpacho.
Y tú, ¿eres de gazpacho o salmorejo?